La semana pasada dijimos que lo primero en nuestras vidas es hacer a Dios el número uno en mi vida y que los tres grandes obstáculos que impiden esta prioridad son
1.- Los bienes Materiales
2.- El trabajo y la familia, reconociendo que ninguno de ellos es malo, todo lo contrario, es una gran bendición de parte de Dios, pero nosotros cambiamos el orden correcto que deben tener y de esta manera impiden la relación que Dios desea tener con nosotros.
I.- Para hacer a Dios el primero en mi vida, mi fe debe ser puesta en práctica en la vida diaria «1 de Reyes 17:1-16»
La viuda de Sarepta reconoció al profeta Elias y tubo que tomar una decisión en cuanto a los recursos que tenia, decidir si comía ella y su hijo para no morir o cocinaba para el profeta y depender de las palabras que escuchó las cuales decían, hazme a mí primero y luego cocina para ti y tu hijo, que gran desafío ¿que hubiese elegido usted?
Muchas veces lo poco que tenemos condiciona nuestra fidelidad a Dios, o nuestra conducta frente a las necesidades de nuestro prójimo.
Luego de obedecer las curiosas órdenes del profeta la viuda recibe una promesa de bendición por su obediencia. La harina no se acabará y el aceite de la botella no faltará hasta el día en que el Señor de lluvia sobre la superficie de la tierra. Esto nos recuerda las promesas de Dios también para nosotros, cuando nos dice en Filipenses 4:19 «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».
Amados amigos y hermanos nuestro Dios es fiel siempre en todo momento de nuestra vidas él quiere bendecirnos y llevarnos a sus propósitos.
II.- Hacemos a Dios el primero en nuestra vida cuando creemos su palabra, Dios hace maravillas en medio de la escasez, puede imaginar a esta viuda al sacar la harina y usar el aceite, ver que los días y semanas pasaban y nada disminuía, alabado sea nuestro gran Dios por su fidelidad.
La mejor harina y el mejor aceite a disposición de quien cree su palabra, que gran desafío para cada uno de nosotros creer en Dios no es lo mismo que creerle a Dios, sino llamados a creer lo imposible es la fe la convicción de lo que no se ve.
La palabra de Dios nos habla una y otra vez acerca de nuestra propia incapacidad, pero también de lo suficiente que es nuestro Señor Juan 15:5; Fil. 4:13, que gran ejemplo para cada uno de nosotros, esta viuda de Sarepta, que está dispuesta a confiar en la provisión de Dios, de la misma manera que nuestra meta sea decir cómo el profeta Habacuc en 3:17-18 «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi Salvación.
Que el Señor derrame en sus vidas una gran bendición hasta pronto mis amados hermanos y amigos.
Autor: Pastor Pedro Chandía O.